domingo, 24 de mayo de 2009

MEDITACIÓN Y RELAX



Hace miles de años, los maestros taoístas descubrieron los centros de Chi (energía) del cuerpo, mediante la observación interior. Para ello había que apartar el cuerpo de los estímulos externos y meditar, para que, de este modo, se activasen los sentidos internos. Mediante procesos de relajación mental y física y utilizando sus sentidos interiores, los maestros descubrieron que algunas partes del cuerpo tienen más Chi que otras. Sirven como puntos de acumulación de nutrientes para unos órganos y glándulas concretos. Estos centros pueden recibir el Chi de fuentes externas, como la fuerza electromagnética, la vibración de la tierra, la luz y la frecuencia o sonido de la luna, el sol y las estrellas. A este alimento se añade la Fuerza Universal, bajo la forma de la luz roja y violeta del amor incondicional. Los maestros descubrieron que estos centros se conectan para formar un circuito al que llamaron Órbita Microcósmica. Por entonces, no tenían el conocimiento que tenemos nosotros de la electricidad y, a pesar de todo, fueron capaces de acceder al flujo de energía electromagnética del cuerpo (CHI).
Los maestros aprendieron a utilizar la mente y el ojo interior para guiar el Chi por este circuito. Lo utilizaban para curarse ellos mismos estableciendo así la base de un trabajo espiritual. Según iban desarrollando sus sentidos internos para distinguir y catalogar el Chi dependiendo de sus diversas fuentes (el sol, la luna, las estrellas, etc.), aprendieron a absorber más Chi de cada una de estas fuentes para pasarlo a su cuerpo.
El circuito de la Órbita Microcósmica está formado por dos canales principales, a los que se llama Gobemador y Funcional. El Canal Gobemador sube desde el perineo, pasando por la espina dorsal, hasta la coronilla de la cabeza, para terminar en el cielo de la boca. El Canal Funcional va desde el perineo hasta la punta de la lengua, pasando por la parte delantera del cuerpo. Tocando el paladar con la punta de la lengua, se conectan los dos canales.
La Órbita Microcósmica es como un gran depósito de Chi que abastece de Chi nutritivo al resto del cuerpo. En primer lugar, llena los Canales Extraordinarios o Ancestrales (en total, son ocho los Canales Extraordinarios, siendo los dos primeros el Gobemador y el Funcional, que forman la Órbita Microcósmica. Estos alimentan los otros seis). Después, llena losdoce Canales Ordinarios: los seis Yin yl os seis Yang. Los canales Yin y los Yang están todos conectados con alguno de los órganos vitales. Así es cómo la meditación de la Órbita Microcósmica envía Chi nutritivo a todo el cuerpo.
Todo el mundo ha nacido con el circuito de la Órbita Microcósmica abierto y con flujo. Incluso en el seno mateno, el Chi de un feto fluye por su propia órbita Microcósmica. Después de nacer, este camino está libre y abierto, hasta que aparece la pubertad, cuando el cuerpo siente las presiones del cambio hormonal y el desarrollo físico y las emociones se hacen más fuertes durante la delicada fase de la adolescencia. El estrés es uno de los principales factores que producen los bloqueos de Chi que aparecen en los canales del cuerpo cuando se es adulto. Al volver a abrir conscientemente la Órbita Microcósmica, aumentamos la eficacia de nuestro consurno de energía y empezamos a rellenar las pérdidas de Chi.
Como las cualidades espirituales, o virtudes, están vinculadas a nuestros órganos vitales, la instrucción taoísta hace que se restablezca el cuerpo fsico y se mantenga sano, como base del trabajo espiritual. Cuando un órgano no recibe Chi suficiente, puede deteriorarse su estado físico y, al mismo tiempo, puede resultar más difícil que se manifieste la virtud propia de este órgano.
El Chi actúa como un eslabón que une el cuerpo físico, el cuerpo de energía (alma) y el cuerpo de espíritu, del mismo modo que el combustible del motor de una embarcación produce la fuerza que la empuja por el agua. El Chi hace de combustible para cada uno de estos tres cuerpos. Lo mismo que puede pararse un barco por falta de gasolina, también pueden verse bloqueados el cuerpo, el alma y el espíritu por estar bajos de energía.
Esto no quiere decir que las personas enfermas sean incapaces de seguir un crecimiento espiritual. Es más difícil concentrarse en la espiritualidad cuando la necesidad de salud es grande; pero el proceso regenerativo puede ser de por sí una experiencia espiritual, si se acepta sin reservas.
Alquimia interior: trabajar con las emociones y el Chi. En el sistema taoísta de la Alquimia Interior, el trabajo emocional va de la mano del trabajo de la energía. Muchos bloqueos que se producen en los canales están creados por emociones negativas o tienen alguna relación con ellas. Con la Sonrisa Interior y los Seis Sonidos Curativos, aprendemos a escuchar nuestros cuerpos y entrar mejor en contacto con nuestras emociones, tanto positivas como negativas. Adquirir energías virtuosas ayuda a eliminar bloqueos, mejorar la salud y acumular más energía.
Además, al practicar la meditación de la Órbita Microcósmica, podemos descubrir tensiones físicas en diversos puntos importantes de energía. Las tensiones físicas son muchas veces consecuencia de emociones negativas a las que nos aferramos. Cuando podemos mover el Chi por esos puntos, aprendemos a liberar sus tensiones, lo que nos ayuda a transformar sus emociones negativas, devolviendo esa energía atrapada al flujo de la vida.
Cuando ya hemos eliminado las emociones negativas y hemos transformado la energía bloqueada en Chi utilizable, podemos potenciar las cualidades naturales de los órganos: las virtudes, que son las energías naturales de los mismos órganos. En otras palabras, cuando se están manifestando las virtudes, el Chi de sus órganos correspondientes está en su punto culminante. Esta energía pura y natural se convierte en alimento para el refinamiento y desarrollo de los cuerpos del alma y el espíritu.
Si no nos ocupamos de nutrir nuestras buenas emociones y nos limitamos a aportar más energía al cuerpo, podemos estar potenciando nuestras emociones negativas, haciéndolas más poderosas y más difíciles de controlar y transformar. Por eso es por lo que se corrompen algunos dirigentes espirituales: están encantados con el poder y se olvidan de la práctica diaria de refinar su Chi y nutrir sus energías virtuosas. Debemos seguir adquiriendo virtudes hasta que se convierta en un proceso automático. Sólo entonces podremos comprender de verdad lo que significa que llamen a alguien maestro.

Todos los sistemas de meditación pretenden relajar la mente y alimentar el espíritu. Cuando la mernte está agitada, se desbordan las ideas y los sentimientos, reaccionando ante todo, a veces de forma exagerada, haciendo que se disperse la fuerza vital. Como la mente está tan ocupada con este flujo, no puede dar toda su fuerza a ninguna idea o sentimiento, pierde agudeza y se dispersa y distrae. Es como los rayos del sol, si están extendidos, dan calor, pero si se concentran con una lente, tienen el poder suficiente para quemar un papel. Del mismo modo, cuando tranquilizamos la mente con la meditación, esta se concentra y fortalece con el flujo del Chi. Es lo que llamamos "poder de la mente".
Regeneración del cuerpo físico: Hacerse como un niño para volver a la Fuente Original
La base fundamental de la práctica taoísta está en aprender a conservar la energía física en nues tros cuerpos para que deje de dispersarse y debilitarse como consecuencia de la influencia del mundo. Una independencia espiritual plena requiere que evitemos vaciamos de esta energía por los oíos, los, oídos, la nariz y la boca, o por un exceso de actividad sexual. El novicio del Sistema Taoísta empieza con una amplia gama de ejercicios que desarrollan el cuerpo físico, haciendo de él un organismo sano y eficiente, capaz de vivir en el mundo y mantenerse libre y al margen de las tensiones y el estrés de la vida diaria. Uno aspira a volver a un estado infantil de inocencia y vitalidad, para recuperar la Fuerza Original a la que tenemos derecho por el hecho de nacer. Los objetivos propios de este nivel son: aprender a curarse a sí mismo, a amarse a sí mismo y a amar a los demás.

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