Cuándo el amor de ardores desnudado
me hizo volver la vista hacia tus ojos
sólo encontré tu cuerpo derrotado
y el reflejo sangrante de mi abrojo.
La apasionada entrega de mi vida
en el ara impasible de tu enseña
ardió cual ave fénix consumida
y resurgió como un fulgor de estrellas.
No se si ya me marcho o aún me quedo
a mi orilla esperando otra alborada,
lo que sé con certeza es que si hubo...
...hoy ya no queda nada.